Ensayos maniacoideológicos

cacofonías del egoísmo

6/09/2004

Golpes, violencia, reclamos, sueños que se convierten en buenos deseos y sin embargo la realidad cotidiana se nos revienta todas las mañanas en el soñoliento y ya para entonces desencajado rostro; el reto superado día con día continúa siendo dar un paso más y otro y otro sobe el desgastado, humedo y peligroso pavimento.

Yo hablo de presente y de futuro, pero el pasado continúa viviendo y reviviendo y confundiendo la cotidiana existencia.

Quizá todo sería mejor en otro espacio de desarrollo, sin pasado determinante, sin futuro determinado por la violencia normalizadora y normalizante. Pero el odio existe, pero la visión moralista del mundo nos impide ser constructivos; nos obliga a reventarnos la cara y el cuerpo y todo lo necesario para así mostrar al mundo; quizá a una cámara de televisión, o porqué no a un conglomerado de ardientes expectadores cuan desgraciados nos ha hecho el maldito capitalismo; mostrar cuanto odio fue sembrado en nuestra atormentada niñez, cuan desgraciadas nos ha hecho la mala leche que nos hizo pretender ser humanos.

Quizá no existen alternativas a la violencia; ya es tan parte de nosotras, de nosotros, que la batalla se pierde noche con noche al encender el televisor, al mirar el tráfico y a la gente en la calle; la adicción masiva a la violencia puede impedirnos excluirla en esta vida. Los extremos se tocan y las alternativas continúan siedo violencia. ¿Qué más?, ¿amor?, ¿comprensión?, ¿jipismo sesentero?...

Cansada, desolada y paranoica.

Una vez más.