Durante los últimos días no he podido dejar de pensar en el futuro... cambiar de giro, transformar mi cotidianidad, elaborar planes para los próximos meses, alucinarme en torno a lo que será vivir sin un trabajo con horario burocrático y la esperanza de tomarme por lo menos un par de meses de hueva, viajar, comprar un puesto en el tianguis más próximo a mi domicilio, jugar con la idea de no tener necesidad de trabajar, regresar al seno materno y exigir una mesada para poder continuar con mis proyectos académicos, soñar que algún compromiso sentimental podría sacarme de la miseria, encontrar un trabajo donde me paguen por hacer investigación desde mi domicilio, cambiarme de casa a un sitio más lindo, comprarme un auto (y claro que aprender a manejar, antes de eso), huir del país con planes de no volver núnca, jugar a la loteria y a todos los jueguitos que invitan en la televisión abierta.