Ensayos maniacoideológicos

cacofonías del egoísmo

3/07/2003

Una vez más es viernes. El calor es intensísimo, quizá estamos a unos 30 grados... y eso que aún falta tiempo para que arranque la primavera. Es suficientemente tarde y aún me encuentro en mi oficina, tratando de que mi cerebro pueda pensar más que lugares comunes. "Estado", ese es el tema del próximo programa de radio para el que trabajo y ahora no se que decir de ese complejo concepto. ¿cómo no hacer un soporífero programa sobre Estado?. Maldita sea, en verdad que me encuentro seca del cerebro, ya no quero consultar más fuentes... quiero irme a mi casa y tratar de descansar.

Hoy, quizá me quede en casa, pero... siempre hay llamadas de última hora. ¡vamos a bebernos unas cervezas!, ¡vamos a salir a caminar un poco por la colonia Roma!, ahhhhhhh, lo peor es que dificilmente puedo decir que no.

Entro a baño, veo mi rostro en el espejo que ocupa todo el frente, veo mi cuerpo cada día más delgado, observo la blusa que ahora me queda más grande de lo normal, me mojo el rostro y trato de no pensar en Hegel y en Hobbes y en Rousseau y en Bobbio y en Silva Herzog Márquez, basta!, basta!. nuevamente mojo mi rostro con agua del grifo. Salgo apresurada mientras veo la cara sorprendida del policía que custodia la entrada de la Dirección General, sé que no le caigo bién y también se que el sabe que lo sé. Espero un poco antes de caminar por el pasillo y sonreirle a las secretarias que siguen, después de horas conversando por teléfono con quiénseyo..., me acomodo en mi lugar, y bebo un trago del café que me serví hace un par de horas y que aún está tibio. Ahora Kapplan y Heller y González Casanova. Necesito comer algo, necesito ver un poco de estupidizante televisión. Ya llegaron un par de reseñas para el corte del lunes, bien, ahora es el momento de largarme. Ya basta de este kafkiano mundo. El lunes será otro día.