Ensayos maniacoideológicos

cacofonías del egoísmo

5/20/2005

Augusto:

¿Qué puedo decir de tí, general?
¿Qué puedo desearte a tí, general?

Ayer supe, gracias a la radio, que habias entrado al hospital de manera intempestiva; que un micro infarto cerebral te había recluido, nada grave. Sin embargo, unas horas después saliste caminando del lugar, a continuar con tu placentera vejez. Sabes, después de tanto tiempo en que tus compatriotas han esperado tu muerte, yo no. Deseo profundamente que te den algo así como cincuenta mil micro infartos y que sinembargo no mueras, deseo que sufras en tu cabeza, en tu piel, en tu corazón y órganos diversos, cada uno de los golpes que propinaste "intelectualmente" a tus enemigos. Que cada uno de esos dolores que causaste por medio de tus esbirros llegue a tu deshumanidad.

General, eres un gran cobarde, eres un dejo de anciana inmundicia. Espero en verdad que tu muerte sea tan repugnante como lo fue la de tu amigo y colega Francisco Franco. Espero que sufras cada uno de los exilios y temores, y cada complicidad, cada muerte y separación, cada tortura, cada paranoia, cada mal sueño.

Espero llanamente que primero muera cada una de tus células y que quedes convertido en un pedazo de podredumbre antes de que tu fin llegue.