Ensayos maniacoideológicos

cacofonías del egoísmo

1/31/2003

«¿qué voy a hacerle yo?
si me gusta el güisqui sin soda,
el sexo sin boda,
las penas con pan?»...

Joaquín Sabina

1/29/2003

En los últimos días la he pasado en un viaje parecido a la rueda de la fortuna: subir precipitadamente e igualmente bajar sin siquiera pensar lo sucedido. Las reflexiones que pudiese haber tenido, y que de hecho tuve, perdieron vigencia mientras otras se seguian acumulando en mi pensamiento. Para mi mala suerte, la pc de mi casa (hasta el día de hoy) se encuentra atestada de virus, lo que me impide escribir fluidamente. En fin, las cosas así, así de apáticas, así de intensas, así de reales.

Quizá, la única situación vivida que me significó algo especial fue el resultado de una invitación de uno de mis vecinos. Él, de nombre Pedro, es un hombre de 45 años aproximadamente y burócrata, igual que yo. Pues bien, resulta que salimos a tomarnos un par de cervezas a un lugar perdido en la av. mexico-coyoacán, en el centro de la colonia del valle, el objetivo era sencillamente conversar y así fue. Hablamos, hablamos, hablamos y hablamos; sobre su homosexualidad reprimida por muchos años, de su salida del clóset, de mis pretenciones de independencia, de mis parejas, de las suyas, de sus patoaventuras (y las mias) en el afamado bar 14 de garibaldi, de nuestros anhelos, de nuestros sueños; también me habló de su intención de cambir mi look por uno más sexy, lo cual no me desagradó en absoluto. Así, reimos mucho imaginando y soñando, en espera de que el dia llegara, para poder así dormir.

Pero, ¿porqué me "llegó" tanto, esa dicha farra del pasado viernes por la noche?. Resulta que mientras conversabamos airadamente de tantas cosas Pedro y yo, pude entender un proceso básico para todo ser humano: la autoaceptación. Sin duda, la realidad cotidiana nos orilla a abstraernos de muchas preocupaciones, pero el llegar a aceptar que eres un ser finito, con ciertas determinaciones objetivas, con limitaciones y virtudes y defectos y más, es algo muy difícil. En el caso de mi ahora amigo Pedro, fue particularmente doloroso: homosexual nacido en Jalapa, Veracruz; ciudad conservadora hasta la médula, tuvo que romper con casi todos los integrantes de su familia, quienes lo rechazaron cuando solo "suponían" su homosexualidad, sin embargo, no todo quedó allí tuvieron que pasas muchos años más para que aprendiera a vivir como gay, que aceptara que "ser gay" no era ningún pecado, ni ningúna enfermedad, ni nada parecido. Pedro me dijo que "cuando salí del clóset" nací nuevamente, me acepté y a partír de ahí aprendí a ser feliz"... Que lindo mi amigo Pedro, no?