Ensayos maniacoideológicos

cacofonías del egoísmo

6/06/2007

Ir y venir, un poco de trabajo al medio día, después de ejercitarme un poco, desayunar, leer, comer, ver alguna peli o las noticias, hace el amor y dormir y una vez más despertar tarde para ir a ejercitarme un poco, más trabajo frente a la computadora dos, tres horas. Así hasta el infinito, quizá un poco de fiesta los fines de semana. Todo ahora sucede con una regularidad sorprendente: fiestas privadas cargadas de familiares y largas caminatas por la colonia donde se tocan temas profundos con un desdén superfluo.

Y sin embargo, siempre se extraña algo que durante el tiempo que se vivió era indeseable; al parecer, se acabaron aquellas interminables fiestas donde la noche se esfumaba mientras bailaba y bailaba hasta el amanecer, sí y sólo si mi psique se encontraba en buenas condiciones, todo, en dicho escenario, podía terminar sin problema alguno; en otras ocasiones, las noches podían terminar y yo botada en cualquier rincón con vómito en todas partes, o atentando contra mi integridad, la del amor de mi vida o de quien se interpusiera en mi camino, en esas atontadas carreras por calles de la colonia hidalgo; no era necesario tener motivo alguno, cualquier razón era suficiente para explotar. Vomitaba y golpeaba sin razón, la sin razón invadía este cuerpo frustrado y atento a la perversión del poder, del dinero, del egoísmo, de la muerte, la guerra.

Los sueños sin embargo me llevaban a sitios importantes, a lugares en los que era posible no despertar jamás, esos eran proyectados en una conciencia crítica, en una actuación ética en la vida, ahora, todo es distinto.