Ensayos maniacoideológicos

cacofonías del egoísmo

6/22/2003

Hace ya suficientes días que no había podido escribir en este espacio, esto debido a los problemas que la computadora que mi hogar sigue teniendo, además de la indisposición a pagar más de cinco minutos de Internet en un café común y corriente, para contestar los mails que tengo que “contestar”. Ahora, que me encuentro en la inestabilidad que significa el desempleo y me he dedicado básicamente a ver la tele y “escribir” lo que será mi tesis, las cosas parecen que toman un cauce de estabilidad ahuevonada.

Mientras la lluvia y el frío se adueñan de la ciudad de México, en un inesperado-esperado invierno, yo continúo pasando mis ciclos hormonales en la espera de conocer a alguien que tenga la capacidad de atenuarlos. El utilitarismo, como siempre se encuentra a la orden del día.

Han pasado tantas cosas que me es un poco difícil comenzar... de cualquier manera, la vida continúa y yo aún no me atrevo a lanzarme sin ninguna consideración a las vías del metro en hora pico... quizá lo que más lamento es que ese utilitarismo se encuentra ahora invadiendo mi espacio, mi casa, mis pensamientos... después del torneo de verano y del absurdo triunfo de los fresísismas tecos del Monterrey, parecía que cualquier cosa podía suceder... pero,

afortunadamente he cumplido con el itinerario que me había propuesto, hacer un poco de ejercicio, desayunar, comer y cenar sano y escribir por lo menos tres cuartillas al día. El cine y las largas conversaciones nocturnas con mi alterego individual nosótrico han ocupado mis espacios más desesperados, pero bueno, gracias a “dios”, la onda matrix invadió el imaginario de los jóvenes catastrofistas entre los que aún me encuentro yo... buena cinta, aunque un poco acelerada y con huecos necesarios para consumir un par de producciones más: el animatrix y la hora paralela de película que contiene el videojuego del fracasado xbox. En fin, la espera de la tercera parte en celuloide, ocuparán, ya por adelantado mis pensamientos y sueños fílmicos, el diciembre próximo, enfrentándose, con lo que parece será la mejor parte de la obra de RR Tolkien.

Por fin he recuperado mi refrigerador, el cual se encuentra rebosante de cervezas, en lo que pareciera ser una ruptura absoluta de cualquier vínculo con mi pasado inmediato, el cual ha concluido, desde hace más de dos meses, con su periodo de duelo. Así, el pasado viernes tuve la convicción, seguida de un mar de lágrimas, de un encuentro “cotidiano” con la banda sabotaje-autosaboteada. Las cosas no pudieron ser más normales, normalidad plagada de referencias del pasado, amistad fincada en un pasado que niega a morirse gracias a la esperada negación del salir de un espacio delimitado geográficamente. Así, ni una sola mirada pudo cruzarse, la ruptura fue franca y “normal”. Pero bueno, en pos del proyecto, aún quizá sea capaz de regresar a la escena del crimen, tal y como cualquier ordinario criminal lo haría.

La lluvia ha cesado, no sin amenazar con continuar toda la noche. La vida sigue y no puedo dejar de desprenderme de “mis prioridades”, aletargadas con una promesa sincera de entrar al Colegio de México y de una llamada que se tarda en entrar...

Y tal como dijera el inglesito “estatequieto en tu lugar”:

“En esta guerra de todos contra todos, se da una consecuencia: que nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. Donde no hay poder común , la ley no existe: donde no hay ley , no hay justicia. En guerra la fuerza y el fraude son dos virtudes cardinales.”

Thomas Hobbes, Leviatán.

Y tal vez mi alterego tenga razón: lo único que perdemos cuando terminamos alguna relación es la seguridad del sexo. La seguridad que tenemos noche tras noche de disfrutarnos, de tenernos...

Mientras me embriago con una suculenta botella de concha y toro escribo lo inefable... el cachorro de las vecinas del piso de abajo puede anunciar que has llegado a casa.... y resulta que una vez más me encuentro sola...tan sola como que nadie ha llamando, como que nadie se encuentra compartiendo el espacio que ahora comparto conmigomisma, con eso que significa hablar con mi tapete o con mis fotos que tienen meses esperando este diálogo...

MI teléfono ahora es mi única comunicación con el mundo exterior...Aburrida, por que las cervezas se han acabado y porque nadie llama. El único temor es que nadie se encuentre cuando abra la puerta...

Aún cuando me queda un poco de racionalida desearia que no, que no... que no...