Ensayos maniacoideológicos

cacofonías del egoísmo

9/14/2005

Emoción, emoción, emoción. Todo quedó listo ayer. El próximo mes voy a estrenar casita y con agradable compañía.

9/13/2005

Es una casa grande, con un espacio suficiente como para hacer una huerta. Imagino ese montañoso sitio repleto de flores, plantas, hierbas, verduras. Quizá ese lugar hacía tiempo que me estaba esperando: pedía a gritos a través de su silvestre cotidianidad que alguien se atreviera a darle un poco de vida, de razón. Ese momento al parecer ha llegado. La mudanza, una vez más en menos de un año, está programada para el fin de mes; la zona es un poco extraña pero está cerca de todo, bien comunicada. El trabajo queda casi igual de lejos que hoy, sin embargo, las ventajas son evidentes. Creo que dejaré el sur definitivamente y espero que ahora sí, la próxima mudanza sea hacia un espacio propio. Me intriga dejar de vivir sola, aunque bueno, es necesario abandonar el aislamiento.

9/12/2005

No paran las lluvias. La humedad penetra mis huesos y el frío que anuncia el otoño remueve pasiones. Los días serán cada vez más agitados conforme se acerca el fin de año y por lo pronto el trabajo cada día es más agotador, acaso porque las tensiones personales se encuentran a punto. Hay días en que no puedo seguir tolerando más la estupidez de la gente de alrededor y la dicha tolerancia auto impuesta me obliga a tener mala cara, a exigir aislamiento, a marcar distancia. De cualquier forma, los fines de semana ya no los paso en soledad; hace ya un par que por mera casualidad he encontrado amigos y amigas en alguno que otro divertimento: performancero, culturoso y combativo. Tal como podía suponer la distancia, el mundo es más pequeño de lo que se supone. Siempre, en cada uno de los lugares a los que asisto alguna persona del pasado aparece: activostoide, universitario, laboral. Aún cuando la melancolía me invade periódicamente, especialmente los lunes por la mañana, eso también me hace sentir viva, presente.