Ensayos maniacoideológicos

cacofonías del egoísmo

9/03/2004

Estimada amiga:

El día de hoy ha sido profundamente cotidiano. Desde temprano amanecí con un ejército de albañiles frente a mi recamara; todos ellos me gritaron un montón de improperios mientras me disponía a tomar un desamodorrante baño matutino. Después del baño tomé un par de envases plásticos con comida del refrigerador, salí apresurada a comprar el periódico y derechito a la chamba. Hoy, segundo día hábil de la quincena, tuve mi primer retardo y me angustia saber que si acumulo el tercero me veré privada de un día de sueldo el próximo 14 de septiembre, día que inicia un sin igual puente...

Pues bien, llegué a mi trabajo y me puse a leer un libro sobre el desprecio que los neoliberales tienen por el Estado nación. La biblioteca anexa a mi oficina tiene más o menos un mes que es ocupada por un grupo de estudiosos de economía, los cuales corrigen y corrigen y corrigen un texto que seguramente será publicado el mes próximo. Siendo todos ellos hombres, serios, académicos, me interrumpen cada rato con preguntas y más preguntas. Salgo, subo las escaleras para revisar portadas y revisar etiquetas y revisar texto y más texto y las cosas nunca tienen fin. Sin embargo, estoy feliz. Ya es viernes y por fin podré tomarme una cerveza fría sin temor a no dormir un día.

Creo que hoy si voy a poder salir de casa a divertirme, aunque de pronto me da un poco de miedo enfrentarme con el mundo. Aún cuando las últimas dos semanas se han ido como agua por el excesivo trabajo, no dejo de pensar en lo que no puedo hacer por trabajar tanto y también lo que he dejado de hacer por estar con las personas incorrectas. Ya lo se, porque tú me lo has dicho, que de pronto soy muy obsesiva con mi pasado pero pues así soy. Hay momentos en los que pienso; sí, pienso, que sería mejor vivir en el presente, antes que en el pasado, pero me cuesta muchísimo trabajo.

En fin, tengo miedo porque como tú bien lo sabes, las parrandas nocturnas con nuestras amigas son peligrosas; conoce uno gente, esa gente después puede resultar ser el amor de nuestra vida, y también sabes, que casi siempre esos amores de fiesta al poco tiempo parten. En fin, ahora, me encuentro esperando a que den las seis de la tarde para correr a los economistas y huir a mi casita para esperar la noche y salir de fiesta.

Sabes, tengo una duda grandísima. No se que es lo que sucedió con mi vida en los últimos días, de hecho no se si tengo novio, si no tengo o simplemente nunca lo he tenido. Me siento como abandonadita y sumida en la incertidumbre, algo, que también sabes, detesto. Además, también durante los últimos días he conocido, gracias a las presentaciones y a mi papel profesional, a un par de muchachos decentes, educados, inteligentes y reservados; pero bueno, el miedo regresa a cada momento por eso que te comento al principio de este párrafo.

Bueno, me despido y espero que te encuentres muy feliz, tal como me siento yo en estos momentos; digo adiós, porque ya faltan cinco minutitos para que pueda correr a esos muchachos que aún a esta hora, y en viernes, no dejan de interrumpirme.

Te mando muchos besos,