Ensayos maniacoideológicos

cacofonías del egoísmo

3/31/2005

Todos dentro del grupo son individuos "especiales" y "privilegiados". Los más privilegiados están tratando de entender las entrañas de los procesos de edición para aplicarlos en sus propias empresas o en sus proyectos a futuro. Yo, al igual que mi compañera rosita y otros y otras asistimos porque nos mandaron. Algunos otros van simplemente porque necesitan encontrar algún empleo y en el curso podría presentarse alguna oportunidad...

Es agotador tener que cumplir nueve horas a la semana de clases, sobre todo después de cuarenta horas o más de trabajo. Martes y Jueves son los días que llego más tarde a casa con la única intención de echarme a la cama; el sábado, destinado a dormir por lo menos hasta el medio día, ahora se ha convertido en uno de los días más productivos de mi semana. A pesar del cansancio que significa, he aprendido muchas cosas aun cuando mis relaciones públicas están por los suelos. Cero fiestas, cero "café", cero vicios, cero música en vivo... Pronto terminará el curso y seguramente extrañaré la rutina.

3/30/2005

"Ahora pienso de otra manera: tarde o temprano igual para todos. Eso me va a suceder a mí también, igual de otra forma. Esa tarde me estuve repitiendo que la tragedia consiste precisamente en eso: desaparecer. Hoy, esta tarde, me digo, trato de convencerme, que lo único importante es que los demás acaban por olvidarse de uno y que el resto no vale la pena... No recuerdo ni sueño... Este desaparecer de pronto y para siempre es sólo el principio de esta historia."
Juan Vicente Melo, La obediencia nocturna

3/29/2005

Ya, ya, ya y ya.... en verdad que espero que desafueren al peje y entonces sí, haber si es cierto que va a suceder algo en este país de mierda.

Creo que no va a suceder nada, nadie va a salir permanentemente a manifestarse, nadie va a hacer nada en contra de la legalidad, nadie va a atentar contra el estado de derecho, nadie va a dejar de ir a trabajar y perder un miserable sueldo para comprometerse con un facistoide y tropical personaje...

Nadie va a apostar un centavo por la democracia electorera. Nadie va a emprender ningún tipo de rebeldía. Nadie va a bloquear pozos petroleros, ni carreteras, ni pozos de agua, ni centrales eléctricas, ni aeropuertos. Nadie va a tomar las armas. Nadie va a abandonar escuelas, o a hacer huelgas en ellas. Nadie va a vaciar los centros comerciales de forma violenta, ni las cárceles, ni los manicomios. Nadie va a asesinar a nadie. Nadie va asaltar los bancos, ni la bolsa. Nadie va a tomar las radios, ni las televisoras, ni las casas de los señores del dinero. Nadie va a tirar bombas en las oficinas de gobierno. Nadie va a asesinar a sacerdotes y policías. Nadie va a incendiar iglesias, ni basureros, ni almacenes. Nadie va a cortarle la cabeza al rey...

3/28/2005

De vuelta a la cotidiana vida laboral. Esta semana de vacaciones y de aislamiento me llevó a recorrer el macabro mundo de las guerras imperiales. Hacer un recuento de todos los conflictos bélicos que acosaron la vida de los seres humanos que habitaron el mundo durante los últimos cuatrocientos cincuenta años, sin duda, es parte de esa vena masoquista que me invade desde hace ya unos seis años.

De cualquier forma; hacer esos recorridos, por lo menos en mi imaginación, cual perro de Pablov, me ayudó a sentirme un poco menos desgarrada y en un momento dado a considerarme “ser privilegiado” por habitar en este mundo de “pax social”.

Muchas cosas sucedieron mientras penetraba por esas sangrientas batallas, que en un principio se debatían cuerpo a cuerpo y con honores militares, y con posterioridad, al sofisticarse la maquinaria de guerra, se viven en la inefable pasividad de quien es bombardeado mortal o preventivamente.

Desayuno, comida y cena en casa. El viaje por la enciclopedia y los libros únicamente se interrumpía por las noches gracias a un recreo auto asignado (nuevamente el conductismo conveniente) por cumplir con el “avance requerido” en el trabajo. El lugar, el bar del centro comercial de la zona. De vuelta a casa, escuchar un poco de noticias cotidianas y dormir, dormir, dormir...

Muchas cosas sucedieron mientras el sol y la oscuridad inundaban mi hogar, el colofón fue la muerte de un recuerdo de mi infancia: Rigo Tovar; y el Papa, que se niega a morir y que se entrega al morbo mediático cual modelo de moda. Accidentes e incendios y guerra y triunfos futboleros, y mientras, el tiempo comió mi existencia y tengo que volver, bajo la idea de que la quincena está pronta, a la editorial de mis errores.