Al ratito nos vemos, fue la última de las palabras que escuchó de él.
Con anterioridad ya había escuchado decenas de historias sobre el hombre que había anunciado que iría a comprar cigarrillos y que después de décadas había aparecido en algún lugar del mundo convertido en otro, con una nueva familia y con nuevos hijos; ahora, era un sujeto arrepentido del abandono y dispuesto a pagar, con su también nueva fortuna, el sufrimiento que padecian los "abandonados". Escucho también la historia de aquella mala mujer que a su pequeño hijo abandonó en un urbano cuartucho de vecindad, asegurando que traería algo de comer para ambos; el niño, ahora convertido en todo un hombre de bien: soldado o policía, se compadecía de su anciana y callejera mala madre.
Quizá algo parecido suceda en el futuro, se consolaba ella... pero a ambos nada les unía.
Con anterioridad ya había escuchado decenas de historias sobre el hombre que había anunciado que iría a comprar cigarrillos y que después de décadas había aparecido en algún lugar del mundo convertido en otro, con una nueva familia y con nuevos hijos; ahora, era un sujeto arrepentido del abandono y dispuesto a pagar, con su también nueva fortuna, el sufrimiento que padecian los "abandonados". Escucho también la historia de aquella mala mujer que a su pequeño hijo abandonó en un urbano cuartucho de vecindad, asegurando que traería algo de comer para ambos; el niño, ahora convertido en todo un hombre de bien: soldado o policía, se compadecía de su anciana y callejera mala madre.
Quizá algo parecido suceda en el futuro, se consolaba ella... pero a ambos nada les unía.